Con ojos benevolentes, releo antiguos poemas, retazos de mi alma adolescente, lacónica y algo patética. Aunque trato de contener mis sentimientos de vergüenza y culpa encerrados en el cajón del olvido, a veces es necesario regresar a épocas lejanas para sanar viejas heridas y reconciliarse con la persona que una vez fuiste. Como práctica de exorcismo espiritual, copio alguna de estas viejas líneas.
OLVIDO
Tengo el corazón cansado
de tanto suspiro,
de tanto olvido,
de tanto, tanto.
La gente olvidó mi nombre,
perdido en el jardín del hastío.
No encuentro las despedidas,
los adioses,
abandonados a medio camino.
Tantos romances, tantos desvelos,
esfuerzos por no soñarte.
Por no amarte,
guardo tu presencia en mis sueños.
También tú me olvidaste,
pero recuerda nuestras nostalgias,
para que también yo
pueda recordarlas.
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